7.27.2010

States of mind.

Creo que mi problema son los estados de ánimo, esto de pasar tan rápidamente de las lágrimas a la carcajada interna es horrible. Es muy confuso, sobre todo para los demás. Es extraño no saber como me encuentro realmente, estoy en permanente cambio. Y es odioso que no haya algo que persista pese a tanta metamorfosis. No hay una base. No hay cimientos ni esqueleto, ni mucho menos fondo. No entiendo por qué ha decidido abandonarme en el peor momento.
Solía existir una base.

7.21.2010

Fuck.

Estoy jodida. Jodida como nunca. Jodida de verdad. Jodida al punto de no saber que hacer ni a quién culpar. Jodidísima. Creo que estoy tan jodida que la palabra comienza a perder significado. Me han jodido, sí señor, eso es lo que han hecho.
De un día para otro he dejado de tener futuro, oportunidades y expectativas. ¿Y quién son ellos para llamarme estúpida?
No, yo jamás les dejo que me digan quien soy.

7.19.2010

Simple.

Sin oportunidades. Sin engaños. Así es más fácil, ¿no? Sabes lo que hay, no esperas algo que no ocurrirá. No crees en los demás. No ambicionas algo que no conseguirás. Dejas de perseverar. No hay nada por lo que apostar. No esperas recibir más de lo que das. Nunca caerás. Nada de confiar. Renuncias a desear. Solo seguridad, ya no habrá sorpresas. Todo bajo control. No hay motivos por los que estar alerta. No más ansiedad. No más respirar hondo. No más taquicardia. No más de 50 pulsaciones. Solo calma. Jamás volverá el dolor. Solo habrá rutina, monotonía.
Tristeza, nostalgia, melancolía, desconsuelo, soledad y tu ausencia.

7.06.2010

Me he perdido.


No me encuentro y cada vez estoy más lejos. Ya no sé mirarme en el espejo, hace tiempo que yo no soy el reflejo.



7.05.2010

Teoría.

Instrucciones básicas o al menos era eso lo que a mi cerebro le parecían. ¿En serio quería instruirme? La resaca era demasiado punzante para distinguir sus intenciones. Hablaba a una velocidad considerable, bastante como para verme incapacitada para contestarle con un "de acuerdo" o un "sí, señor".
Aquella botella de tequila me dio la idea de contrarrestar la recasa con ella, pensamiento inútil. Aun así, la abrí y bebí un trago que hizo arder a mi desgastada garganta.
Sus labios seguían moviéndose como en un baile en el que no conseguían encontrar el ritmo adecuado. Hacía mucho que había dejado de escucharle.
Procedía a tomar otro trago cuando el decidió que no necesitaba hablar más, apartó la botella de mis labios y saboreó lo que quedaba de tequila en ellos.
La instrucción teórica había finalizado.