Las heridas no duelen.
Son las armas las que hacen daño. Son las palabras, los ecos, la afilada lengua del contrincante. Quedan clavadas en la profundidad de la dermis tal como hojas cortantes y huidizas. Y duele, duele que se incrusten, duele no poder sacarlas.
Lamerse las heridas.
Es el paso que sigue, el que procura o intenta que no todo se desborde por esa brecha.
La saliva cura, dicen. El tiempo cura, dicen.
Eso dicen.
Son las armas las que hacen daño. Son las palabras, los ecos, la afilada lengua del contrincante. Quedan clavadas en la profundidad de la dermis tal como hojas cortantes y huidizas. Y duele, duele que se incrusten, duele no poder sacarlas.
Lamerse las heridas.
Es el paso que sigue, el que procura o intenta que no todo se desborde por esa brecha.
La saliva cura, dicen. El tiempo cura, dicen.
Eso dicen.
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